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Jorge Drexler

Acerca de este artista

Tinta y Tiempo, el nuevo álbum del aclamado cantautor Jorge Drexler, se centra en la invención natural del amor como mecanismo de supervivencia. Por extraño que parezca, este concepto de afirmación de la vida estuvo a punto de no ver la luz. Durante mucho tiempo pareció destinado al naufragio: uno de los muchos proyectos que sucumbieron bajo el peso de la pandemia, perdido en el olvido.

"Éste y mi debut han sido los discos más desafiantes de mi carrera", admite Drexler, de voz suave, desde su espacio de trabajo en Madrid. "Durante mucho tiempo estuve convencido de que quedaría inacabado". 

La pandemia, con su abundancia de reuniones truncadas y desconexión emocional, le obligó a examinar su propio proceso de composición de canciones bajo una nueva luz.

"Siempre pensé que los conciertos eran comunales y la composición de canciones un asunto solitario", explica. "No me había dado cuenta de que, en los tiempos anteriores a la pandemia, me reunía constantemente con amigos. En los bares locales o comiendo con los amigos los domingos, alguien sacaba invariablemente una guitarra y yo les adelantaba mis canciones. En el acto de compartir, intentas ajustar y redondear las canciones. Antes, podía mostrar nuevas melodías durante las pruebas de sonido, en el autobús de la gira de camino a un concierto, esperando con otros músicos en la terminal del aeropuerto. En esta nueva realidad, acabé teniendo un montón de canciones que estaban al 80%, pero me faltaban las 20 restantes. Me enamoré de ellas tras la primera ráfaga de inspiración, y luego me desenamoré cuando llegó el momento de volver a tocarlas".

Pasaron dos años. Aún inseguro de su repertorio, Drexler perseveró hasta que la cuarentena empezó a remitir. 

"Un par de meses antes de terminar la grabación, el mundo se abrió de nuevo", afirma entusiasmado. "Pude compartir los nuevos temas, trabajar con mi grupo de amigos de confianza. Me costó mucho esfuerzo, pero al final me traje a casa varias canciones terminadas y me di cuenta de que estaba orgulloso de ellas. Sin duda merecen ver la luz del día".

Resulta que Tinta y Tiempo puede muy bien ser el álbum más hermoso y completo que Drexler haya grabado nunca, y eso es mucho decir.

Anclada en su característica cosmovisión poética y sus extravagantes juegos de palabras, la colección se ve reforzada por exquisitos arreglos orquestales en la mayoría de las canciones. Los artistas invitados Ruben Blades, C. Tangana, Noga Erez y Martín Buscaglia añaden color a un sofisticado cancionero que encuentra la voz de Drexler -un instrumento maravilloso, capaz de evocar vulnerabilidad, esperanza y melancolía en un solo verso- en estado de gracia.

El tema de apertura, "El Plan Maestro", tiene su origen en un fascinante intercambio de Whatsapp que Drexler compartió con su prima, la física y conservacionista venezolana Alejandra Melfo. Melfo había coescrito un tema en el último álbum del cantante -Salvavidas de Hielo, de 2017- y sus ideas proporcionan un vínculo unificador entre ambos lanzamientos.

"Iba en tren y empezamos a hablar de la invención del amor como herramienta de supervivencia basada en la selección natural", recuerda Drexler. "Fue el vector temático que informa todo el disco, el tipo de discurso que surge cuando sales de una pandemia. Enfrentarse al miedo y a la posibilidad de morir te hace reflexionar sobre la importancia de la vida. El amor como energía motriz, la dinamo de la vida. Por eso creo que el disco está lleno de color".

El single principal, "Tocarte", muestra a Drexler colaborando con el enfant terrible de la música española contemporánea. El rapero y compositor C. Tangana aporta sus habilidades de producción de vanguardia y su sensibilidad lúdica a una canción cuyo ritmo fragmentado acerca a Drexler al territorio de los singles de éxito. Drexler ya había puesto voz a la funky "Nominao", de la obra maestra de Tangana del 2021, El Madrileño. Además del alcance emocional del tema, fue co-escrito y co-producido por el hijo de Drexler, Pablo, un músico de talento por derecho propio. Se trata de su primera grabación oficial juntos.

"En plena pandemia, una canción como 'Tocarte' subraya la necesidad primordial de tocar a otra persona", dice Drexler. "Rodamos una música video que ilustra el lado sofisticado de la sensualidad, lo erótico como búsqueda continua de la belleza. Cuando empezamos a salir de nuestro caparazón y volvemos a la normalidad, anhelamos el contacto físico: un beso, la piel, la cercanía."

Desde el sutil humor de "Cinturón Blanco" -donde el concepto de artes marciales de desaprender las habilidades adquiridas y volver a ser cinturón blanco sirve como metáfora de la evolución de una pareja romántica- hasta el más experimental "¡Oh, Algoritmo!"en el que Drexler se aventura en paisajes sonoros nuevos para él, y la ternura de "Duermevela", dedicada a la difunta madre de Drexler y en la que participan sus tres hijos -Pablo en la producción y Luca y Leah en los coros-, el álbum explora todas y cada una de las facetas del amor como fuerza motriz que nos sostiene a todos.

"Es como una bola de espejos", dice. "Cada espejito refleja una cara distinta de este fenómeno que llamamos amor".

Nacido en Montevideo, de padre judío alemán que escapó a duras penas del Holocausto, Drexler era un médico muy ocupado antes de decidir dedicarse a la canción a tiempo completo y trasladarse a Madrid en 1995. Su estilo único -la suavidad de su voz, unida a una habilidad para las melodías encantadoras y letras de una profundidad inusitada- le granjeó muchos seguidores a través de álbumes como Sea (2001) y Eco (2004.) "Al Otro Lado Del Río", canción que compuso para la película Diarios de Motocicleta, ganó un Oscar de la Academia en 2005. En sus siguientes álbumes, Drexler amplió su paleta ecléctica y colaboró con artistas de la talla de Caetano Veloso, Natalia Lafourcade y Mercedes Sosa.

Ahora, el ciclo conceptual de canciones Tinta y Tiempo resume su exuberante visión de la canción popular, su capacidad para elevar e iluminar.

"Acabamos de salir de una experiencia muy difícil", añade. "Nuestra capacidad de amar y nuestras ganas de vivir se han puesto a prueba. El acto de amar implica una cierta sensación de confusión, de pérdida de control, y eso no tiene nada de malo. No debemos encerrarnos en un mundo alimentado por el miedo y la autoopresión. Debemos mantener nuestros corazones sedientos de más, mucho más, contra viento y marea".